
Después de leerlo y unas palabritas, dirigidas sobre todo a los niños, en donde les dije que ellos eran los favoritos de Dios y los más importantes y que todos tenemos que ser como ellos, tocó la aspersión con agua a todos los presentes. Agua, mucha, mucha agua. Los niños la pedían a gritos, los mayores la buscaban, las mamás destapaban a sus bebes, y todos, toditos sin excepción, sonreian mientras inclinaban sus cabezas para recibir el agua bendecida. Una experiencia simplemente emocionante, el vivir junto a la gente sencilla la fe. Una fe que le fue transmitida por alguien que les indicó lo importante el agua, que limpia y purifica el alma. este gesto se repite al terminar cada eucaristía, no puede faltar, y viene acompañado casi siempre con un "gracias, padre".
Un gesto sencillo y lleno de fe, elegido para comenzar los festejos de nuestra (ya va siendo un poco mía también) escuela. Después bailes, muchos bailes, de cada clase y de los papás. Para terminar un poco de torta, una bien grande para cada clase. ¡Felicidades colegio Hotellier!
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