
Es por eso que cada día me doy cuenta de la gran responsabilidad que tengo como servidor de la Palabra. Una labor apasionante, pero a la vez sagrada.
Pienso que es esto lo que Cortés quiere decirle a la Iglesia: cuidado con simplificar lo que es tan complejo que no puede ser reducido a lo más simple, a unas sencillas prácticas rituales, a un culto vacío y rutinario, a una fe sin esperanza ni alegría.
Recuerdo la petición de Pedro a Jesús: "Señor, creo, pero aumenta mi fe", una fe viva, que nos ayude a responder nuestras preguntas, a vivir con profundidad el Evangelio, a acompañar a otros en el descubrimiento de las maravillas de cada día.