Llega hasta mi este dibujo. No puedo, cuanto menos, sonreír. Para mí la fe no es sencilla, más bien me va pareciendo, con el paso de los años, un entramado de situaciones, experiencias, reflexiones, conversaciones y oraciones de lo más enrevesado. Creer es complejo, que no complicado, como lo son los grandes problemas de la física y la matemática. Porque la fe hay que actualizarla y volver a actualizar. La fe de las personas es algo vivo, cuanto más la nuestra que es una fe compartida con toda la Iglesia universal.
Es por eso que cada día me doy cuenta de la gran responsabilidad que tengo como servidor de la Palabra. Una labor apasionante, pero a la vez sagrada.
Pienso que es esto lo que Cortés quiere decirle a la Iglesia: cuidado con simplificar lo que es tan complejo que no puede ser reducido a lo más simple, a unas sencillas prácticas rituales, a un culto vacío y rutinario, a una fe sin esperanza ni alegría.
Recuerdo la petición de Pedro a Jesús: "Señor, creo, pero aumenta mi fe", una fe viva, que nos ayude a responder nuestras preguntas, a vivir con profundidad el Evangelio, a acompañar a otros en el descubrimiento de las maravillas de cada día.