Hace casi un año que no escribo. Y no ha sido porque no tenía que decir, sino todo lo contrario. Ha sido un tiempo de reflexión intenso y de oración. Un tiempo en el que se han afianzado algunas certezas y donde se han extinguido algunos miedos y amenazas.
Y es que necesitamos, de vez en cuando, en nuestra vida, un tiempo privilegiado para parar y pensar, evaluar, rezar, meditar y colocar las cosas en su sitio. Con esto no digo que lo tenga todo claro, ni muchísimo menos, pues en este tiempo también han crecido nuevos miedos e inseguridades, nuevos retos, pero algo se alza con mucha más fuerza y con mucho más empuje en mi corazón. Por eso doy gracias, por este tiempo pasado y por el que queda por venir.
Dedicado a una muy buena amiga.