Este viernes el pequeño colegio "Stefano Hotellier" ha cumplido tres años. En un enclave muy, muy popular, rodeados de niños, todos los del colegio, hemos celebrado su cumpleaños. Himno nacional de Bolivia e Himno del colegio, pequeños discursos de personalidades, en donde se veía el enorme cariño que sienten por el centro que educa a sus niños y agradecimientos al profesorado, pero sobre todo a la Iglesia que se ha fijado en la necesidad educativa del naciente barrio. Por eso, no ha faltado una pequeña oración-bendición del colegio y de todos los presentes. Ese era mi papel. El evangelio elegido por las escolapias y por mí no pudo ser otro que "Jesús puso en el centro a un niño" (Lc 9, 46-48).
Después de leerlo y unas palabritas, dirigidas sobre todo a los niños, en donde les dije que ellos eran los favoritos de Dios y los más importantes y que todos tenemos que ser como ellos, tocó la aspersión con agua a todos los presentes. Agua, mucha, mucha agua. Los niños la pedían a gritos, los mayores la buscaban, las mamás destapaban a sus bebes, y todos, toditos sin excepción, sonreian mientras inclinaban sus cabezas para recibir el agua bendecida. Una experiencia simplemente emocionante, el vivir junto a la gente sencilla la fe. Una fe que le fue transmitida por alguien que les indicó lo importante el agua, que limpia y purifica el alma. este gesto se repite al terminar cada eucaristía, no puede faltar, y viene acompañado casi siempre con un "gracias, padre".
Un gesto sencillo y lleno de fe, elegido para comenzar los festejos de nuestra (ya va siendo un poco mía también) escuela. Después bailes, muchos bailes, de cada clase y de los papás. Para terminar un poco de torta, una bien grande para cada clase. ¡Felicidades colegio Hotellier!
0 comentarios:
Publicar un comentario