Estamos en tiempo de elecciones. Tiempo de promesas, de amistades interesadas y de sonrisas forzadas. Es tiempo de interesarse por los demás, de sus necesidades, de sus problemas, de sus tristezas y de sus esperanzas... Y es tiempo de promesas. La vida se torna en este tiempo en propagandas y discursos, que tienen infinidad de colores y de matices. Es un tiempo interesante si no llegase rápidamente el tiempo del olvido. Ya se sabe que "el hombre promete y promete hasta que..." consigue su objetivo. Después todo y todos somos prescindibles. Pasado este tiempo llegará el tiempo del gobierno para el pueblo pero sin el pueblo. Y es que el ser humano tiene una curiosa capacidad para saber que es lo que los otros necesitan y, de repente, erigirse en salvadores del mundo y lideres que desean arrastrar grandes masas. O ese es el objetivo. Todo gobernante desea ser admirado, temido y respetado, pero se olvida que lo más importante: que gobernar significa olvidarse de sí mismo y poner el interés común por encima de todo, incluso de las ideologías e intereses personales. El liderazgo no reside en la persona que ostenta el poder y lo ejerce "por el bien de todos"; sino en la que es capaz de situarse al lado de la gente, escuchar a las personas y tomar decisiones que liberen y que mejoren la vida y la sociedad. Eso fue lo que prometieron, pero cuando llega el momento prima más el miedo a perder ese respeto, o más bien el poder, que la coherencia y el honor personal.
Sueño con un mundo en donde nos escuchemos y acompañemos. Con una estructura donde no estén "los otros" y "los mios", donde no se manifieste la división sino la unidad. Donde los otros no sean contemplados como los malos porque no son de los mios que, naturalmente, son los buenos de la película. Sueño con un gobierno en donde los líderes dejen paso y espacio a otros cuando se agoten las ideas y las fuerzas y en donde se ejerza una verdadera oposición leal, sin rencillas personales ni proyecciones de heridas o traumas psicológicos. Sueño con una estructura en donde no se aparte a nadie porque piensa diferente o porque tiene éxito y "me puede hacer sombra". Ojalá, un día, mis sueños en este aspecto, se puedan hacer realidad.
"Líbranos, Señor, de los salvadores del mundo,
de las personas que desean gobernarnos "por nuestro bien".
Danos, Señor, líderes que sean capaces de escuchar y de acoger,
de anteponer el bien de todos,
especialmente de los más débiles,
especialmente de los más débiles,
y de olvidarse de sí.
Danos, Señor, líderes que vivan en la verdad, el honor y la lealtad,
que trasmitan confianza y que respeten la diversidad y sepan acoger.
Que no busquen tanto ser recordados,
sino trabajar por mejorar y hacer crecer a las personas."
sino trabajar por mejorar y hacer crecer a las personas."
Amén.
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