Una de las cosas que más estoy haciendo en
Bolivia es celebrar la eucaristía. En este país faltan sacerdotes, (y en cuál
no), y eso que aquí las parroquias abarcan un mayor territorio. En la ciudad
una parroquia puede contener dos y tres barrios, y en el campo ni te cuento. En
el campo hay comunidades en donde el sacerdote solo va una vez al año... Se
trata de solucionar un poco este problema con unas capillas, lugares en donde,
sin ser parroquia, se celebra la eucaristía ocasionalmente y en donde la
comunidad se puede reunir para rezar y tener la catequesis. En Cochabamba, los
escolapios llevamos la parroquia "San Rafael" que además tiene dos
capillas: la capellanía de la iglesia de las religiosas de Jesús-María y la
capilla del Carmen, frente a la universidad San Simón. Yo soy el capellán de la
capilla del Carmen.
Todos los domingos celebramos la eucaristía en el
Carmen, rodeados de los vecinos y ciertamente, pocos jóvenes. Vamos poco a
poco.
De esta forma, cada domingo celebro en la capilla
del Carmen a las 09.00 de la mañana, para después caminar a la parroquia S.
Rafael, estar un poco con los jóvenes de confirmación y concelebrar en misa de
11.00 en la parroquia. Sin embargo, este domingo ha sido diferente. Unas
religiosas me pidieron que las visitase y celebrásemos juntos la eucaristía en
ámbito de un retiro comunitario por la mañana y por la tarde, otras religiosas
me pidieron que celebrarse la eucaristía de acción de gracias de la promoción
saliente del colegio. Eso hice, y cada eucaristía distinta, por el ambiente y
por mi propia vivencia personal. Reflexionando sobre mi día "misero",
me queda una sensación de lo mucho que necesita la gente celebrar juntos,
además de compartir la fe con otros. Aquí la figura del sacerdote es
fundamental, sobre todo de un sacerdote que sea para y por la comunidad. Ojalá
el Señor enviase más obreros a esta mies. Se necesitan sacerdotes, jóvenes,
profundamente creyentes y dedicados a la comunidad. Trabajadores por un mundo
distinto y más profundo. Ojalá tú, que lees esto, te sientas cuestionado. ¿No?
yo tampoco quería ser cura al principio... pero la llamada de Dios, muchas
veces gritada desde realidades muy concretas me hizo ir descubriendo que podía
hacer algo más, algo por las personas. ¿Te animas?
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